miércoles, 17 de abril de 2013

[Análisis] Sleeping Dogs: Cuando las reglas son diferentes...

When I was your age they would say we can become cops, or criminals. Today, what I'm saying to you is this: when you're facing a loaded gun, what's the difference? (The Departed, 2006).

Rescatado del olvido por Square Enix tras la cancelación del True Crime III: Hong Kong, Sleeping Dogs se convirtió en una de las sorpresas más gratas del año anterior. Sandbox desarrollado por United Front, el juego nos relata la historia de Wei Shen, un polícia con antecedentes de violencia cuya misión consiste en infiltrarse en una de las triadas más brutales y peligrosas de Hong Kong: The Sun On Yee. En medio de una guerra por el poder entre los Red Pole y los 18K, Wei Shen abrirá viejas heridas en su pasado para estrechar los lazos con la mafia, caminando en la delgada línea que divide la lealtad a su nueva familia y el cumplimiento de su deber.



El lado oscuro de la ley...

Sleeping Dogs nos sitúa en la tormentosa vida de Wei Shen, quien retorna a Hong Kong tras un largo periodo en los Estados Unidos y que deberá de infiltrarse en los Sun On Yee a través de un antiguo compañero de fechorías, con quien se reencuentra tras caer en prisión. Su misión le irá convirtiendo en uno de los hombres de mayor confianza de Winston Chu, líder de los Water Street que se encuentra en guerra civil con los Jade Gang, una banda dirigida por Sam "Dog Eyes" Lin, antiguo novio de la difunta hermana de Shen con el cual existe una marcada rivalidad.


La trama -que bebe directamente de películas como Infernal Affairs y Flash Point-, nos presenta las dos caras de justicia a lo largo de la historia, a través de casos policiales que serán resueltos por el jugador en su papel como policía del Hong Kong Police Department, y golpes criminales a cargo de sus compañeros en los Water Street que irán marcando el camino de Wei Shen en su ascenso a la cúpula de la triada hongkonesa, mediante un sistema de indicadores de respeto que facilitaran o complicaran al jugador sus acciones, según haya inclinado su balanza hacia sus misiones como policía o integrante de la triada, profundizando en su temor a ser descubierto y la manera en que asume su papel de forma más personal, son rasgos que emparentan al juego con lo mejor del género cinematográfico del crimen organizado.

Y es que uno de los puntos fuertes de SD es precisamente esa atmósfera de filme noir que se percibe a lo largo del juego, adentrándose en el perfil psicológico de Wei Shen y detallando la motivación de sus acciones -buenas o malas-, y las consecuencias psicológicas que estas tendrán en el trasfondo de su misión. Para ello, SD juega con la moralidad del doble agente en la delgada línea que separa el bien del mal mediante una precisa narrativa entre misiones secundarias e historia principal, tocando temas de importancia como la lealtad hacia los amigos y el honor de cada quien, humanizando a los criminales y desnudando la corrupción existente en la policía de Hong Kong, donde la diferencia entre ambos es mínima y lo único que cuenta es la forma en que logran sus objetivos. Este factor es determinante el contexto del juego y acerca al jugador al personaje principal, donde SD marca un verdadero gol de oro.

Para un infiltrado las reglas son diferentes...


Un acierto del juego es que nunca juzga a sus personajes por sus acciones, no existen blancos ni negros. Las motivaciones de los criminales a quienes persigue son tan genuinas que hacen al jugador se sienta identificado con lo que acontece a su alrededor, cuestionándose a quien debe realmente su lealtad. Situación que se vuelve más compleja conforme progresa la historia y se van estableciendo lazos genuinos con los miembros de la familia criminal, que dificultan por consiguiente su compromiso con la policía.  Para fundamentar este apartado, SD se nutre de un elenco de secundarios de lujo, cada uno ubicado perfectamente en el contexto de la trama y con profundos matices que despiertan emociones hacia los protagonistas que se desenvuelven en el juego, tentando al protagonista a si debe continuar cumpliendo su deber como doble agente o permanecer a lado de su nueva familia.


Wei Shen es la piedra angular de este complejo argumento. Su pasado es confuso y revelado a cuenta gotas mediante informes policiales,conversaciones con secundarios o tractos que suceden de forma elemental según trascurre la historia, por lo que gran parte de su vida para el jugador es un misterio en los primero minutos de juego hasta casi el final del mismo. Algo que se acrecienta con las dudas de la mafia de su lealtad como criminal y los acciones que tendrá que realizar para ganar su confianza, mientras que la policía cuestiona su capacidad para sobrellevar la misión, acontecimientos que se transmiten directamente en la experiencia de juego y las decisiones que deba de tomar, nuevamente compenetrando al jugador en lo que ocurra con su protagonista.

Quizás uno de los factores que más resiente SD se encuentra precisamente en un mayor grado de libertad para el jugador entorno a las decisiones finales que puede tomar, aunque esto se ve compensado en una línea argumental y un ritmo de sucesos frenéticos que mantienen enganchado de principio a fin gracias a su jugabilidad -enfocada en una multitud de actividades paralelas como sello de fábrica-, una ciudad maravillosamente exótica y un sistema de combates que brilla con luz propia.

Hong Kong: la nueva metrópolis del sand box...



Desde el primer instante, SD logra capturarnos con un atmósfera que trasciende fronteras al ubicar su historia en la poco tradicional Hong Kong, una urbe citada como referencia de múltiples bandas criminales en diversos sand box, pero que no había sido utilizada hasta la idealización del tercer True Crime que nunca llegó a ver la luz, pero fue la base para esta producción. En Sleeping Dogs la ciudad se convierte en un personaje más con cada uno de sus detalles arquitectónicos, un mapa enorme que permite la libre exploración desde el inicio de nuestra aventura, y es complementado con un escenario lleno de diversas actividades que el jugador podrá desarrollar conforme avance en el juego.

Desde peleas de gallos en los muelles, pasando por restaurantes y karaokes, casas de apuestas en alta mar, hasta clubs clandestinos de pelea, y búsqueda de reliquias que incrementan nuestras habilidades, SD nos presenta una amplia gama de alternativas que no desentonan en ningún momento e impulsar al jugador a  explorar la ciudad hasta su último rincón, lo que incrementa la experiencia de juego notablemente según sea la naturaleza de nuestras acciones como doble agente.


Como miembro del escuadrón de policías las misiones se centrarán en acontecimientos que desarticulen a los Sun On Yee, por lo que deberemos realizar operativos de infiltración en edificios de la mafia, saboteo de cámaras y colocación de micrófonos en puntos estratégicos, y buscar evidencias relacionadas con crímenes internos, en los cuales serán indispensable el uso de disfraces o coartadas más elaboradas para para no llamar la atención de los Red Pole.

Por otro lado, las misiones de relacionadas con el mundo de las triadas, estarán enfocadas en ganarse la confianza de los Red Pole y asegurar nuestro ascenso en su jerarquía criminal, las cuales aunque tendrán relación externa con la historia principal, se complementan de gran forma en el desarrollo de los personajes secundarios, estrechando los lazos de amistad entre Wei Shen y sus compañeros de crimen.


Adicionalmente nos encontraremos con diversos personajes y eventos que solicitarán nuestra ayuda ya sea como policía o miembro de la triada, lo que nos garantizará un crecimiento integral del personaje mediante un sistema de puntos que podrán ser utilizados para reforzar sus habilidades como luchador, detective o criminal según sea el caso. De igual forma, los eventos secundarios nos llevarán desde citas con chicas que conocemos en la ciudad, hasta la búsqueda de objetos secretos que incrementen nuestro capital o talento de combate, una de las principales claves en la jugabilidad de Sleeping Dogs.

Confía únicamente en tus puños...


A diferencia de otros integrantes del sand box, Hong Kong es una ciudad en las que las armas de fuego están completamente limitadas, por lo que uno de los baluartes para los enfrentamientos directos serán las peleas de artes marciales, una situación que al inicio del juego nos podrá en cierta desventaja, pero conforme vaya trascurriendo la aventura será vital para adueñarnos de la ciudad.

Inspirado en el sistema de Arkham Asylum, SD acompla un sistema de combate sencillo pero con una gran variedad de combos que pueden ser ejecutados cómodamente por el jugador según vaya siendo transmitida la experiencia de su antiguo mentor, por lo que conforme trascurra la historia, Wei Shen pasará de ser un simple peleador callejero, a un experto guerrero de artes marciales capaz de derrotar a una decena de enemigos sin complicaciones. Esto es algo que realmente se agradece en el juego, ya que evitan presentar a Wei Shen desde sus inicios como una máquina de matar, sino que al contrario reflejan el crecimiento natural del personaje conforme progresa en ambos mundos e intensifica la experiencia de rol que en algunos momentos caracteriza el juego.


El particular sistema de combate es reforzado con la construcción de escenarios que pueden ser aprovechados por los peleadores más aventajados para derrotar a los enemigos de formas tan diversas como espectaculares. Desde estampar a nuestros adversarios en un cabina telefónica, introducir su cabeza en una trituradora de hielo, hasta calcinarlos en un enorme horno de fuego, cada rincón de la ciudad puede ser convertido en una pieza mortal que invita a estar atento en los combates y explorar las opciones que nos rodean, dotando las peleas de una dinámica exorbitante que no llega nunca a cansar, ya que justo cuando hemos dominado al máximo nuestras habilidades como combatientes, el juego integra a su trama un sistema de disparos que rinde homenaje al cineasta John Woo, y nos permite contar con escenas de tiempo al estilo Max Payne que ponen en jaque diversos TPS con un destacado sistema de cobertura y disparo que es rápidamente dominado por el personaje principal.


La espectacularidad de esta nueva habilidad, es potenciada con la aparición de segmentos en la historia que incorporan las persecuciones tanto en alta mar como en tierra, hecho que se ve recompensado con tiroteos cada vez más emocionantes que desembocan en tiroteos, explosiones y secuestros de automóviles en plena marcha que no solo podrán agregarse temporalmente a nuestro catálogo de vehículos, sino que también abrirán la puerta a las diferentes competencias ilegales que ocurren en una urbe hongkonesa, potenciada gráficamente hasta el límite de sus posibilidades.

La mancha de sangre en la camisa blanca...



Como comentábamos al inicio, tras la cancelación de Activision de True Crime III: Hong Kong, United Front rescató la producción para adoptarla como parte de sus nuevos proyectos, algo que se notaría notablemente en algunos tramos del juego, sobre todo en su apartado gráfico, donde pasamos bruscamente de un destacado efecto de agua en la carretera durante periodos lluviosos que desestabilizan el automóvil rápidamente, a escenarios que utilizan fotografías como fondo, animaciones faciales que carecen de movimiento personalizado, y enemigos clonados que se repiten ocasionalmente, situación que pudo verse afectado por la necesidad del estudio de adelantar su lanzamiento a finales del año pasado.

Este factor de premura, es quizás uno de los pocos puntos débiles que posee SD, ya que si bien desarrolla su trama con fortaleza en las acciones de Wei Shen como policía y criminal, se queda a medio camino al negar al jugador de la oportunidad de escoger radicalmente uno de los dos caminos, lo que sin duda lo hubiese dotado de una historia mucho más compleja y mayor valor, ya que aunque SD coquetea con la misma en algunos momentos del juego, está nunca llega concretarse de forma definitiva, lo que afecta su desenvolvimiento y deja un sabor agridulce al pensar que hubiese ocurrido si contase con un trabajo más arduo en extender la aventura, aunque de igual forma, son más las percepciones positivas que arroja la balanza en contraste con sus defectos, dejando la puerta abierta a una posible continuación de este modelo que ha venido a ser una de grata sorpresa en la industria y que refleja que aunque falta un largo viaje por recorrer, pueden hacerse producciones de gran valor.

Al final del camino...

Desde el film noir hasta el clásico cine acción, Sleeping Dogs hace justicia a cada uno de los géneros que pretende homenajear. No es una obra de arte que será tomada en años futuros como referencia, pero cumple su cometido al incorporar de forma magistral diversos ingredientes que se complementan a la perfección para generar un juego entretenido de principio a fin, donde destacan en gran manera la ciudad como un personaje más. Se extraña un sistema de libertad de decisiones que ofrezca una experiencia más completa, sin embargo su ausencia no influye negativamente en la apreciación final juego. Una gran historia de policías infiltrados, triadas y crimen organizado que deja un buen sabor de boca de cara y una esperanza de lo que podría convertirse en el futuro. 

Veredicto final: 7.9/10 - Recomendación de la casa.


Pablo Vargas - Escritor en 89decibeles, ingeniero industrial, director y fundador de la revista digital The Scumm Bar. Autor de la novela “El Hombre de la Rosa Negra” (ULACIT, 2009), el microrrelato “Un café para celebrar” (Editorial Costa Rica 2012) y el blog "Rincón de un escritor". Actualmente se encuentra trabajando en su nueva producción "Nueve minutos para la media noche".

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